Friday, March 03, 2006

La historia de Pacheco

Cuentan los antiguos habitantes de esta zona, que cuando Don Gervasio Pacheco era el propietario de estas tierras, tuvo un amorío con una de sus criadas. De ese amor furtivo nació una hermosa niña de piel morena y ojos color cielo. A los cinco años de nacida la niña, hubo algunas vacantes que cubrir en el gobierno y como el hecho de tener otra mujer podía complicar las aspiraciones políticas de Don Gervasio, el desalmado patrón mandó a asesinar a la niña y a su madre. Juan, el matón encargado de hacerlo, mató primero a la madre pero cuando iba a hacer lo mismo con la niña, su temperamento flaqueó, sus manos temblaron y ni siquiera pudo mirarla a los ojos. Entonces la encerró en una tapera a la orilla del molino del norte, y dijo a todos que ya había cumplido su cometido. La cuestión es que todos los días, antes del amanecer, se llegaba a la tapera para acercarle alimentos, ropa y todo lo que ella necesitara. Luego, por la tarde, cuando caía el sol, se acercaba nuevamente a la infame prisión donde estaba la cautiva y oía los cuentos que ella le inventaba. Muchos años pasaron de este modo, ella encerrada y él su única visita. La salud de Don Gervasio era cada vez más frágil y la hora de su muerte era esperada por muchos que querían verse liberados de su yugo. Fue así que una hermosa mañana de octubre, el dueño y señor de las tierras y las vidas de quienes vivían sobre ellas, amaneció pálido como la nieve y más duro que una piedra. Todos los peones y sirvientes festejaron y, dados por libres, salieron a buscar aventuras, nuevos trabajos y nuevas vidas. El grupo de matones que protegía a Don Gervasio se disolvió y cada uno de sus integrantes encontró rápidamente algún otro pez gordo a quien escoltar. Excepto Juan, claro está, que se casó con una hermosa mujer de piel morena y ojos claros a la que nadie había visto en el pueblo, pero a la que muchos creían conocida. Vivieron modestamente en un rancho cerca de Benavidez, cultivando maíz y criando algunos animales. Tuvieron muchos hijos que los ayudaron en las tareas del campo y que, cuando caía la tarde, se juntaban alrededor de la salamandra y oían las historias que su madre les contaba.

Ivonne de Bayton

No comments: